15 de febrero de 2005

Algún día quemaré esta empresa

Ataulfo se pasó treinta años de su vida estudiando. Cuando terminó COU, empezó Derecho, después de arrasar en selectividad. Podría haber estudiado otra cosa, alguna ingeniería o algo, pero él quería ganar mucha pasta siendo abogado, y quien sabe, quizá llegaría a juez o a notario.
Estudió mucho y terminó la carrera en 6 años. Tardó un año más porque se fue de erasmus a Oxford, donde afianzó su conocimiento del inglés.
Nada más terminar la carrera, se puso a buscar trabajo como un loco. Pensaba que un tío con tan buen expediente y prácticamente bilingüe, no tendría problemas. Y así fue. A los dos meses aceptó un puesto en un importante bufete. Se encargaba de repartir cafés, a los abogados de verdad, y de hacer fotocopias. Le pagaban una miseria, pero él estaba contento porque ese trabajo le daría experiencia y buenas referencias en un futuro. Además, su jefe le había comentado que quizá, en unos meses, le harían fijo y le subirían el sueldo. Esta idea motivaba a Ataulfo y hacía las fotocopias con más alegría.
Llevaba casi dos años en la empresa cuando le despidieron. La ley obligaba a la empresa a hacer fijo al pobre Ataulfo, pero a ésta no le compensaba. Y aunque sabían que él llevaba los cafés como nadie, decidieron prescindir de sus servicios.
Pero Ataulfo no se derrumbó. Él sabía lo que valía. Sabía que con esfuerzo se puede conseguir cualquier cosa. Así que cogió todo el dinero que tenía ahorrado y se pagó un master en Derecho Mercantil y Macroeconomía en la Universidad de Yale, USA. Para sufragar la estancia en Estados Unidos, estuvo trabajando en un túnel de lavado de unos puertorriqueños, donde ganaba más que en bufete.
Acababa de cumplir 30 años cuando regresó a Madrid. Con el dinero que había ahorrado en los Estates, se fue a vivir a un piso de 20 metros cuadrados, que se quedaban en algo menos porque el cubo, la fregona y los contadores de la luz de todo el bloque ocupaban bastante.
Inmeditamente empezó a buscar trabajo. Sus sueños de riqueza permanecían intactos. Sólo tenía treinta años. Estaba en la flor de la vida.
En menos de un mes encontró curro. Empezó a trabajar para una empresa muy importante, situada en un imponente rascacielos de cristal, en pleno corazón financiero de la capital.
Su trabajo consistía, básicamente, en llevar cafés a los administrativos y hacer fotocopias. Como vieron que tenía buenas referencias de su trabajo anterior en el bufete, pronto le ascendieron a "Técnico de Material", es decir; encargado de los folios, grapadoras, post it, etc. Lo mejor de todo: le pagaban una miseria.
Pero el ascenso también tuvo su parte positiva. Le dieron un despacho para él solo, situado en la planta -2, al ladito del garaje. Un despacho amplio, de unos 5 metros cuadrados, donde le metieron 4 armarios metálicos repletos del material del que él era responsable. Un despacho tranquilo, ya que sólo pasaba la gente por allí a primera hora del día, para llevarse unos folios y unos lápices. El resto del día estaba solo. En silencio. Un silencio roto por el estruendo del sistema de aire acondicionado, cuyas máquinas daban a la pared contigua y que se accionaban exactamente cada 10 minutos.
Ataulfo tenía 40 años cuando el casero le echó del cuarto de la luz y se fue a vivir a su despacho. Fue sobre esa época, más o menos, cuando empezó a hablar con su grapadora. Primero tímidamente, contándole pequeñas cosas, trivialidades. Pero poco a poco comenzó a coger confianza con ella y le fue abriendo su corazón. A ella le contaba sus penas, lo triste que era su vida, lo fracasado que se sentía y lo mal que le había tratado la vida. La grapadora escuchaba pacientemente, asintiendo de vez en cuando. Dándole la razón a Ataulfo. Éste empezó a coger aprecio a la grapadora. En un principio le cayó bien. Eran amigos. Pero sin saber cómo, un buen día, Ataulfo se dio cuenta de que estaba enamorado... de la grapadora. Se lo comentó y resultó que ella también estaba enamorada de Ataulfo. Por fin la vida me sonríe, pensaba.
A estas alturas, Ataulfo y la grapadora se conocían muy bien. Si ésta le miraba, él ya sabía en lo que estaba pensando. Estaban muy compenetrados.
Fue entonces cuando le contó a la grapadora que hubo un tiempo en el que pensaba quemar la empresa. Pensaba que lo habían marginado adrede, que no le valoraban y que todo el mundo se reía de él. La idea de quemar la empresa le había cegado. Pero ahora ya no pensaba así. Era feliz. Estaba enamorado y vivía en un lugar estupendo.
Un día ella desapareció sin dejar rastro. Se fue. Le abandonó. Él la buscó desesperadamente. Durante mucho mucho mucho tiempo. La quería con locura. Era imposible que se hubiera ido. La habían secuestrado. Seguro que alguien la había raptado. No podía haber otra explicación.
Una noche, cinco meses después, la encontró. Estaba en una papelera de la planta 21. Desmontada. Pálida. MUERTA.
Sus ojos la miraron con horror, con ira, mientras sus manos buscaban rápidamente el mechero que, casualmente, había cogido esa misma mañana de su despacho...


Y así fue como ardió el Edificio Windsor de Madrid. Aunque hay gente que tiene sus propias teorías, como este extraño personaje que dice saber quién lo hizo.

7 comentarios:

  1. Jajajajajaja. Me parto, te has superado. Muy divertido. Sigue así y llegaras tan lejos como Ataulfo (esperemos que no te enamores de la grapadora ni de ningún animal).

    Lo cierto es que podria ser la vida de cualquiera porque si oyes hablar a Nostromo se ve que le pegaría fuego a la nave de sus jefes: JL y JT. y tres cuartos de lo mismo pasa con Dani (que como no tiene un blog no tiene enlace). Supongo que a ti y a mi nos pasara lo mismo cuando encontremos un trabajo.
    Bye^2

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  2. Genial Iván!! Marcos, todavía te preguntas porqué esta gente tiene más visitas que nosotros? Ellos cuentan cosas graciosas!! Ese va a ser el truco. Iván, te dije que vendían la grapadora de trabajo basura en thinkgeek. Por cierto tengo ganas de sacarme la espinita de no haber comprado nunca nada ahí. A ver si nos animamos y hacemos un pedido para compartir gastos de envio. Echad un vistazo, hay cosas geniales.

    Abrazacossss!

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  3. Buenísima la foto de la grapadora, jajajaja. Que bonita es! Creo que me he enamorado! :)

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  4. Corroboro esa teoría, a´l final Ataúlfo ha cumplido su sueño de gloria y ha abierto su propia empresa: ATAULFO S.L., contrata de limpieza. Si necesitas de sus servicios y te lo encuentras, quizá puedas contratarlo.

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  5. Hola soy yo otra vez. Un detallito que no me habia fijado: ¿Qué cojones es esto de usurpar mi espacio web de la todopoderosa telefonica enlazando mis fotos? ¿No te las puedes subir tu a tu espacio web? Que no pasa nada!!!!! Sabes que es un placer ;)

    Bye²

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  6. Vaya! Te has dado cuenta de que he enlazado tus fotos... jijijiji! La verdad es que pensé en subirlas a mi espacio web, pero justo cuando le iba a dar al Intro se me ocurrió la idea: "Pa qué voy a subirlas, si las puedo pinchar directamente del espacio web de Marcos?" ;)

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  7. Joer, Foxysilvers, eres un genio!!! Cómo has encontrado esa foto?? Estuve buscando una para ponerla en el post y fue inútil.

    A sus pies...

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