14 de marzo de 2005

Tengo superpoderes II


No hace falta remontarme al pasado para encontrar ejemplos de imbecilidad, digo... invisibilidad. Sin ir más lejos, el día del incendio del Windsor, mientras Ataulfo jugaba con su mechero, el Teo y el Iván estaban intentando ligar. Ligar de una forma lamentable, que es la única forma de ligar un sábado por la noche.
- Teo: Ey! Mira a esa de ahí. Esta buena.
- Iván: Sí. No está mal.
- Teo: La entramos?
- Iván: Vale

En honor a la verdad, el diálogo y la toma de la decisión final fue mucho más larga. En realidad fue un debate con los típicos argumentos a favor (el no ya lo tenemos, quien no arriesga no gana, etc) y en contra (no me apetece, soy un acojonao, no son tan guapas, etc). Pero a los 20 minutos ya lo teníamos solucionado y fuimos para allá. No voy a reproducir la conversación exacta porque me destrozaría la teoría de mi invisibilidad, pero lo que sí puedo decir, y además, fue lo que pasó, es que nos ignoraron muchísimo. Tanto, que nos dieron la espalda como si no estuviéramos allí. Lo hicieron tan bien que hasta nosotros dudábamos de que realmente estuviéramos allí. Pero sí que estábamos, lo que pasa es que yo soy invisible... y bueno... por lo que parece Teo también lo era. ¿La invisibilidad es contagiosa?


Ya sé lo que estás pensando. Con estas tres situaciones ya me tendría que haber dado cuenta de mi condición transparente. Pues no. Ni se me pasó por la cabeza. Seguía sumido en la ignorancia y viviendo en una parra. Ya te he dicho que soy un poquito corto.

La situación definitiva, con la que se me abrió la mente, sucedió ayer (en el sentido amplio y flexible de la palabra “ayer”); como ya te he dicho al principio.

Fue en la panadería de al lado de casa. La panadería, aparte de ser un “sitio, casa o lugar donde se hace o vende pan”; tiene un mostrador muy largo, detrás del cual hay unas chicas/señoras, que son las que te venden el pan.
Pues bien. Cuando entré, sólo había un cliente. Una señora, que ya la estaban despachando. Así que, tranquilamente, me puse en un lugar al azar del mostrador a esperar a que alguien me atiendiera.
Para que te metas en la situación, voy a parar la historia un momento para describirte la panadería, que tiene cosas curiosas.
Esta panadería tiene varias peculiaridades que la hacen especial.
Tiene un mostrador muy largo. Tanto, que casi nadie hace cola. La gente cuando entra, va pillando cachos del mostrador, como si fuera la barra de un bar, e intenta llamar la atención de las dependientas.
Tiene dos puertas de entrada (que también se usan para salir, claro) en paredes diferentes. Esto puede ser en apariencia un dato carente de relevancia. Pero teniendo en cuenta la longitud del mostrador, se podría decir sin fliparme demasiado que, desde cualquiera de las puertas hacia cualquier punto del mostrador, el número de posibles trayectorias es infinito.

Este lugar, aparte de por el mostrador y las puertas, también se caracteriza porque tiene más empleadas de las que necesita. Hay un cartel perenne pegado con celo en una columna: “se necesita dependienta a tiempo completo y/o parcial”. ¿Para qué? No lo entiendo, porque ya son 3 ó 4 empleadas que, la verdad, se bastarían para hacer el curro, si no fuera porque son limitaditas. Si en lugar de contratar 4 fronterizas, contrataran a 3 personas normales, les iría mucho mejor.
Volviendo a la historia. Yo estaba allí, viendo cómo atendían a la señora que tenía delante. Después se supone que me tocaba a mí, como pasa en cualquier cola que se precie, que te pones detrás de alguien y cuando ese alguien ya no está, significa que es tu turno y tienes que estar atento.
Pues no. Las 3 empleadas pasaron completamente de mi culo. Una se fue al horno, a ver si seguía en su sitio. Otra se puso a limpiar el mostrador. Y la restante hablaba despreocupadamente y a voces a la primera, que había metido la cabeza en el horno y estaba girando la ruedecilla de la temperatura, para ver si realmente calentaba.
Me quedé parado, contemplando el fiestote que se acababa de organizar y sin entender realmente lo que estaba pasando.

“Soy invisible”

En ese momento, un viejecito cruzó una de las puertas. La que estaba más lejos. Bajó muy despacio los tres escalones de la entrada y se acercó lentamente al mostrador, parándose a descansar cada dos pasos. “Ennnggggiieeeee” – mascullaba quejicoso entre paso y paso. El hombrecillo pasó por detrás mío y, dos minutos más tarde, llegó al mostrador.
Estoy convencido de que a Einstein se le ocurrió la teoría de la relatividad en una panadería y seguro que se inspiró gracias a un viejecito de éstos. Tú te quedas mirándole y para ti han pasado exactamente 5 minutos desde que entró por la puerta hasta que conquistó el mostrador. Pero para el anciano han pasado 30 segundos o como mucho 40. De hecho, ¡¡dentro de 30 años yo tendré 56 y este anciano seguirá en la flor de la vida!! ¡¡Habrá viajado al futuro!!

Recapitulando: El anciano ya había llegado al mostrador. En todo este tiempo, las dependientas siguieron con su fiesta: que si limpio el mostrador, que si hablo a grito pelao, que si esto huele a quemado, que si ji ji, que si ja ja... No se habían enterado absolutamente de nada.
Entonces, la que limpiaba el mostrador se detiene. Deja la balleta al lado de la caja. Se queda parada un instante. Lentamente, levanta la vista y ve (eso creía en ese momento) delante de su puta cara al chaval que lleva esperando 5 minutos a que le atiendan y a un anciano moribundo. Y sin dudarlo un segundo dice: “¿qué le pongo?”, dirigiéndose sonriente al anciano.

“Soy invisible”

“Soy invisible soyinvisiblesoyinvisiblesoyinvisible... ¡¡joderrrrrr!!” – pienso indignadísimo – “¡¿será zorra?! ¿¿No ve que llevo esperando un huevo?? ¡¿Será estúpida?!”. Mientras ella atiende al señor tranquilamente, yo sigo mascullando para mis adentros - “Claro, si la culpa es mía por ser invisible... No, no. La culpa es suya por ser gilipollas. Y una bastarda. Hija de mil padres. Hija de una golondrina africana y un elefante francés. Una pedazo de hija de puuuuuuu...”

“¿sí? ¿qué te pongo?” – me dijo, sacándome de la posesión infernal y mirándome como si supiera lo que pensaba de ella.

Tengo superpoderes: ¡¡también soy telépata!! :P

6 comentarios:

  1. "Si en lugar de contratar 4 fronterizas", FRONTERIZAS??? eeeeinnnn. Mande??

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  2. Te has buscado un superpoder muy chulo: INVISIBILIDAD; mola. Pero tu poder no es nada comparado con el poder que vi en la peli "mistery men" donde aparecia el hombre invisible pero solo cuando no le miraba nadie. Ese si que es un superpoder chulo ;)
    Bye^2

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  3. jajajaaaaaaaa!!! Muy bueno Iván! La espera ha merecido la pena. Esto de ir por entregas no lo tienes que volver a hacer. Mira mi último post. Largo pero sin esperas...

    Abrazacarraco!

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  4. Si es que...es una triste pena, pero es así, en vez de poner gente competente en las cosas, prefieren tener a cualquiera, con tal de que no den mucha guerra, y saquen mas o menos el trabajo...
    Por cierto, yo juraría que siempre te he visto...¿no sera que solo te ven los que tambien son invisibles, verdad? porque sino me voy a empezar a preocupar...(aunque a veces todos parecemos un poco invisibles, pero no te preocupes, que son el resto que son fronterizos!!!)
    Cris

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  5. Andamos un poco faltos de actualizaciones ¿no? Esto hay que areglarlo de alguna manera (como he mos solucionado lo de foyar todas las noches que salimos por ahí ....?)
    Otra cosa: ¿no es un poco sospichoso que haya aparecido una pegatina de ebony ark en la parada del bus en Madrid? jijijiji. Estas hecho todo un pandillero juvenil, ¿le vas quitando, también, el dinero a los niños pequeños en el cole?

    Saludos y Bye²

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  6. Hala, pues ya he actualizado. No os quejéis.
    Marcos, lo de solucionar no se qué tema de follar no lo he acabado de pillar. A ver si me lo puedes explicar mejor. ¿Quién lo ha solucionado? ¿Tú, yo, ninguno de los dos?

    Lo de la pegatina... seguramente habrá sido mi hermano, que las va poniendo por donde quiera que va. Es más. Si sigues el rastro de ellas desde Príncipe Pío, llegarás irremediablamente hasta la puerta de mi casa.

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